MAURICIO BLANCO ESTEBAN

MAURICIO BLANCO ESTEBAN

 

A los apicultores de la vereda Tablanca, del corregimiento de Cachirí, en Suratá Santander, se les nota el orgullo de pertenecer a algo importante: EL PÁRAMO DE SANTURBÁN. De esas faldas que brota el agua, aprendieron a hacer brotar también una de la mieles más fascinantes de Colombia, varias veces galardonada de manos de diferentes productores.

La miel que cosecha don Mauricio Blanco Esteban es una síntesis deliciosa de néctares y mielatos de especies nativas de la alta montaña andina como el Roble Blanco, el Agraz de montaña, el Encenillo o el Arrayán; que se animó a producir, luego de que en la zona (con tradición caprina) surgiera una suerte de “guerra pasiva” contra la minería: LA APICULTURA, una de las mejores formas de aprovechar el bosque, sin siquiera tener que tocarlo.

Luego de dos años de retos climáticos con intensas lluvias en su región, de 20 colmenas, quedaron 15 y las ganas de seguir ofreciéndonos su cosecha de una miel fantástica de color ámbar oscuro, con el sabor a caramelo salado característico del Mielato de Roble, mas una sorpresa cálida, frutal y maderosa de la combinación de otros néctares nativos, que podrían además otorgar algún grado de cristalización. La densidad casi masticable, los minerales que esas montañas le transfieren, le dan el título de Cosecha Especial.

Ésta es una joya más de un departamento que nos ofrece regalos mucho más valiosos que el oro o el carbón. SANTANDER.

Foto: Cortesía Mauricio Blanco Esteban

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