La miel de abejas es tan sólo un suspiro, una extracción, una fotografía instantánea de un momento único que sucede en un territorio. Es la síntesis sensorial y efímera de lo que ocurre con el clima, el bosque, la tierra, las manos, las abejas. Efímera, porque aunque se le considera no perecedera; son los aromas y biocomponentes los que le otorgan su personalidad y vida, mismos que se pierden gradualmente a medida que pasa el tiempo y va quedando un despojo de azúcares sin mayor relevancia.
Don José Antonio Martinez nos llamó y con ese acento bonito de Nariño nos contó que empezó a ejercer la apicultura con su esposa e hijos hace 3 años en el corregimiento Sánchez, de Chachagüí - Nariño. Hoy honra la posibilidad de aprender de la vida de las abejas, de cuidar su entorno y cuidar de ellas; un antídoto contra la ignorancia propia de una sociedad que no cuida su “casa”.
- Cuando coseche en diciembre, le mando, para que pruebe!
En contraste a su conversación sosegada, la miel de don José resultó una sorpresa para nosotras. ¿Qué poder oculto tendrán Chachagüí, las manos de don José y sus abejas?, para generar semejante Miel de densidad casi masticable, cálida, mineral, láctea, especiada, robusta y poderosa… un caramelo salado que hace querer conocer Chachagüí y aprender a hablar como hablan ellos..
-¿Don José y que floración hay por allá?
- De todo!: ROBLE, aliso, reventador, baldeo, arrayán, cascarillo…
- Ahhhh con razónnn, eso sabe a puro MIELATO DE ROBLE!
Y así don José se enteró de la Joya entre sus manos!.
Y así confirmamos que hay muchas zonas en el país donde se cosechan Mielatos. Una joya efímera, porque ésta instantánea de Chachagüí no se repetirá jamás de la misma forma.
Foto: cortesía de José Antonio Martínez Granja.